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martes, 25 de noviembre de 2008

MEMORIA HISTÓRICA IV

Hoy voy a comenzar mi repaso de memoria histórica con hechos históricos mucho mas recientes, pero no por ello menos clarificativos por semejanzas de políticos del PSOE del los años 35-36 y los no tan antiguos de la actualidad.

¿Semejanzas? Muchas. Como es natural los hechos diferentes y circunstancias diferentes. Pero les une algo que jamás han abandonado ni abandanorán: su absoluta amoralidad cuando se trata de la mentira como forma de hacer política.



En cualquier país medianamente democrático, políticos como los actuales en el gobierno y pasados gobiernos con Felipe González, no sólo no hubieran sido expulsados de la vida política por los votos, sino que estarían sentados en el banquillo de acusados por prevaricación sino por delitos mas graves.


Pero España- ya se sabe- es diferente. Aquí ocurra lo que ocurra nunca pasa nada...si es la izquierda quien lo hace. Y así nos va. Y nos fue. Paro, corrupción generalizada, falta de libertades cada vez mas ostensibles, deriva hacia el totalitarismo- versus zonas nacionalistas- persecución a medios de prensa. En fin, todo un elenco de "cualidades" en la vida política.



Por la importancia que en su día obtuvo el secuestro y tortura de Marey por miembros del GAL, grupo terrorista organizado desde el poder político de la época de Felipe González, os dejo este editorial con la ÚNICA FOTOGRAFÍA obtenida por un fotógrafo del diario El Mundo, fotografía que precisamente se intentó evitar por todos los medios para que no quedara constancia en el futuro de un Felipe González pasando por el pasillo del Tribunal Supremo, para testificar sobre el tema Marey.

Os dejo la fotografía- insisto, la única que existe- y el artículo, para continuar como siempre, con vídeos interesantísimos relacionados- ahora sí- con la memoria histórica de los años de la Guerra Civil.

Tanto la memoria histórica mas reciente, como las mas antigua, tienen un interés indudable. Os animo a leerlas y verlas. Incluso los mas cerriles adictos al PSOE, si le dan una oportunidad a su inteligencia fuera del "rebaño" al que pertenecen ideológicamente, pueden aprender algo importante: Ser libres por fin.




González ante el Supremo: la imagen del estigma

Es una imagen para la Historia. La fotografía de Felipe González transitando por el pasillo de la sala del Tribunal Supremo en la que se juzga el caso Marey, mirando al suelo para no cruzar su mirada con la de los policías procesados, es el retrato de toda una época.

Acudió al final sólo como testigo, sí, pero valió la pena. Da igual que se limitara a repetir lo de siempre, en la vieja línea del «No hay pruebas ni las habrá». Esta vez hubo de hacerlo tras haber prometido ante la más alta instancia judicial española que diría la verdad. Esa promesa, ilustrada con esa fotografía, lo perseguirá por siempre en los libros de la Historia. Tanto más cuanto más tiempo pase, porque las generaciones venideras -ajenas a las servidumbres políticas y mediáticas actuales- no tendrán duda alguna sobre hasta dónde alcanzan las responsabilidades que se derivan de la gestación de los GAL y de sus actos criminales.


Algunos magistrados solícitos quisieron librar a Felipe González del estigma que, según ellos, habría implicado citarlo como imputado en esta causa. No lo han conseguido: ahí tienen la fotografía del estigma.


Por lo demás, el ex presidente del Gobierno demostró una vez más su habilidad en el manejo de afirmaciones de apariencia rotunda y de contenido huero, destinadas a encubrir su firme deseo de no decir nada. Se evidenció tan enérgico a la hora de hacer pronunciamientos genéricos como impreciso a la hora de recordar los hechos. Con todo el aplomo del que es capaz -y reconozcámosle que es capaz de mucho-, González declaró ayer ante el tribunal que juzga el caso Marey que él nunca supo que Amedo y Domínguez cobraran del Ministerio del Interior -aunque haya testimonios que revelan que Juan Alberto Belloch le pidió autorización para dejar de pagarles-.

Tampoco recuerda haber sabido en su día que hubiera una orden internacional de detención contra José Amedo. Le preguntaron si es cierto que habló con Garaikoetxea, por entonces lehendakari del Gobierno vasco, sobre la posibilidad de hacer la guerra sucia a ETA, según afirma éste. Tampoco se acuerda. Le preguntaron si es verdad que le dijo al periodista José Luis Martín Prieto, antes incluso de llegar a la Presidencia del Gobierno, que podía ser buena idea «empezar a atacar a los etarras en Francia», aplicando las técnicas de los escuadrones de la muerte, tan caros a su amigo venezolano Carlos Andrés Pérez. Contestó que es posible que tuviera esa conversación, pero que no la recuerda y que, en todo caso, él siempre ha sido partidario de combatir el terrorismo desde la legalidad. No explicó cómo se las ingeniaba para simultanear la defensa de la guerra sucia y la de la legalidad.


A veces su memoria mejoraba súbitamente. Mostró tenerla, y muy precisa, cuando le evocaron el intento de secuestro del etarra Larretxea Goñi, antecedente inmediato del secuestro de Segundo Marey. En ese punto recordó perfectamente -lo que son las cosas- que Barrionuevo no le informó previamente de esa operación. Y es que él tiene un cariño infinito a Pepe Barrionuevo, pero ha de prever la posibilidad de que resulte condenado. Y quiere cuidarse de salir salpicado. Por eso insistió en que su ministro gozaba de una gran «autonomía de decisión». No da puntada sin hilo.


Siempre dentro de su línea de insinuar sin afirmar, aludió al hecho de que su Gobierno «remató» el plan de la UCD para la reinserción de los miembros de ETA político-militar. Señaló que habría sido un error que su Gobierno hubiera rescatado del olvido los delitos de esos etarras diez años después. Era evidente que trataba de hacer un paralelismo con los GAL y, de paso, reprochar al Gobierno de Aznar que no haya ayudado al archivo de esta causa. Se olvidó de que nadie ha sacado del desván los crímenes de los GAL. Han estado presentes permanentemente. Ya en 1987, Diario 16, aportó las primeras revelaciones sobre la trama. Y casi recién aparecido EL MUNDO, en 1989, este periódico puso a la Justicia en la pista del agente Francisco Paesa, dato que sería decisivo para establecer la conexión entre los GAL y la cúpula del Ministerio del Interior. Si se ha tardado tanto en empezar a juzgar las andanzas de los GAL es, pura y exclusivamente, porque él y sus servidores no han dejado durante todo este tiempo de dificultar la investigación de los hechos.


Insiste en que no se enteró de nada. Si los GAL se hubieran limitado a secuestrar a Marey, resultaría improbable, pero no imposible. Ocurre que actuaron a lo largo de tres años y mataron a 28 personas. Tuvo que enterarse. No era tan incompetente.

Y ahora, como siempre, os dejo vídeos sobre la memoria histórica, historia que no sólo quieren falsear desde la izquierda para "lavarse" en su imagen de lo que hicieron y son. Lavatorio que quieran o no, les va a resultar imposible.
Demasiados asesinatos, demasiados muertos, demasiada gente que sabe "Que hicieron y qué hacen".


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