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jueves, 27 de noviembre de 2008

OTRA MUESTRA DE "TOLERANCIA PROGRESISTA"

Pocos días después de que la política Cristiana Almeida expresara abiertamente su deseo de "prender fuego" a libros como los de César Vidal, la no menos peculiar Almudena Grandes acaba de ofrecernos en un artículo en El País otra muestra de ese "respeto y tolerancia" "progresista", del que esta misma escritora ya hiciera gala hace un año y medio al afirmar que cada mañana "fusilaría" a dos o tres voces que le "sacan de quicio".

Así, y a raíz de una frase atribuida a Sor Maravillas –"Déjate enseñar. Déjate mandar. Déjate sujetar y despreciar. Y serás perfecta"–, nuestra progresista escritora, no sólo se permite tergiversar un llamamiento clerical a la abnegación, a la obediencia y a la contención de la soberbia como si de un "contrato sadomasoquista" se tratara, sino que también se pregunta por el "goce que (la monja) sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y ¡mmm! sudorosos".

Ignoramos si Almudena Grandes lamenta que la Madre Maravillas sobreviviera a la persecución religiosa en la que fueron torturados y asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes y 283 monjas, muchas de ellas, efectivamente, violadas antes de ser asesinadas. Lo que sabemos es que, entre ellas, estaban algunas hermanas carmelitas de Sor Maravillas y que de todo esto Almudena Grandes nada dice, para limitarse a señalar que esta monja "murió en su cama, en 1974".

Desde aquí, y a pesar de nuestras diferencias ideológicas, queremos aplaudir al escritor Antonio Muñoz Molina por la brillante réplica que en El País le ha dado a Grandes, y lamentarnos con él por lo que, en el caso del artículo de Almudena Grandes, consideramos algo todavía más lamentable que un "viejo chiste de monjas violadas".

Por nuestra parte, ni antes ni ahora hemos considerado que la admirable vida de Sor Maravillas tenga que tener reflejo en una placa en el Congreso. Sólo constatamos que algunos de los que se han opuesto a esa concesión, lo han hecho exclusivamente por el hecho de que esta persona era religiosa. A esa intolerancia "laicista" y a Almudena Grandes le recomendamos que vayan en busca de la obra de otros beatos, a la caza y mofa de otras afirmaciones propias de la severidad y sacrificio de la vida monacal o clerical. Con suerte, nuestra progre escritora podrá conseguir, con alguna de ellas, que se derribe la estatua del español Fray Junípero Serra que, con inmensa cruz en mano y en representación del Estado de California, se erige en el National Statuary Hall, en el Capitolio de Washington, sede del poder legislativo de los Estados Unidos de América.
Ya ven. Cosas del "sadomasoquismo puritano".

Editorial LD 26/11/2008

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