Quisiera tener motivos para creer que los 132.000 nuevos parados de enero no son el punto de inflexión de la desesperanza. Quisiera que ellos tuviesen algún motivo para creer en el futuro en vez de albergar serios motivos de alarma. Quisiera tener motivos para creer que Zapatero no pretende alquilar votos con subvenciones y descuentos. Quisiera tener motivos para creer que la crisis económica es un fantasma exagerado por la oposición. Quisiera tener motivos para creer que no se acercan años de fatiga y quebranto, y que no estamos retrocediendo aceleradamente hacia un inquietante horizonte de zozobra.
Quisiera tener motivos para creer que el presidente ha aprendido de sus errores, y que no volverá a reincidir en su temeraria agenda de desestructuración territorial y de fractura civil. Quisiera tener motivos para creer que acepta tal cual es la realidad de la nación española.
Quisiera tener al menos un motivo, uno solo, para creer que realmente se ha dado cuenta de que ha cometido algún error en esta legislatura desdichada. Quisiera tener motivos para creer que volverá el consenso, la cordura y la concordia. Quisiera tener motivos para creer que no hay motivos para dudar de la palabra de quien tanto ha mentido y tanto ha ocultado.
Quisiera tener motivos para creer que los que proponen que creamos en ellos tienen ideas en vez de ocurrencias, proyectos en vez de sonrisas, argumentos en vez de frases, talento en vez de talante, generosidad en vez de sectarismo. Quisiera tener motivos para creer más allá de la alharaca de la propaganda y la retórica. Pero, al repasar estos cuatro sombríos años de poder baldío, de pactos rotos, de agendas ocultas, de crispaciones gratuitas, de problemas artificiales, de trucos improvisados y de armonías quebradas, no hallo una sola razón, ni un indicio, ni un atisbo siquiera, no ya para creer sino para albergar apenas una leve sospecha de optimismo, una ligera brizna de entusiasmo, un trivial barrunto de que merezca la pena confiar en los responsables de esta triste etapa de incompetencia y desaliento.
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