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viernes, 27 de julio de 2007

CUANDO EL NACIONALISMO SACA LA LENGUA


LA política lingüística en País Vasco y Cataluña está al servicio de la "construcción nacional". En eso están de acuerdo Ernesto Ladrón de Guevara y Francisco Caja. El primero, ex procurador en las Juntas Generales de Álava, ha desarrollado esta hipótesis hasta convertirla en tesis en su libro Educación y nacionalismo. Por su parte, Caja, presidente de Convivencia Cívica Catalana, cuando habla de normalización lingüística habla de "la nueve milímetros parabellum del nacionalismo catalán".

Pero ni Cataluña y País Vasco son los únicos territorios inoculados por el virus del nacionalismo, ni Ladrón de Guevara y Caja los únicos españoles que lo denuncian. Ahí está la Galicia del bipartito y todo un movimiento cívico de corte liberal contra la imposición lingüística: Asociación Gallega para la Libertad de Idioma (AGLI), Vigueses por la libertad, Coruña Liberal, Tan Gallego como el Gallego...

Otro punto en el que están de acuerdo Caja, Ladrón de Guevara y los gallegos liberales consultados por ÉPOCA: que la "nacionalización de la lengua" es un timo como los de Victor Lustig, el checo que logró vender en 1925 la Torre Eiffel a un próspero chatarrero de París.

Ladrón de Guevara habla de un gasto público anual de 120 millones de euros, aproximadamente; gasto que no va acompañado de un avance en el uso social del euskera. "Ha aumentado de forma relativa el conocimiento del euskera -obviamente en el tramo de 0 a 35 años-, pero no el uso, ya que apenas se nota en la calle el cambio de hábitos lingüísticos, como lo reconoce -con rictus preocupado- insistentemente la Secretaría de Política Lingüística del Gobierno Vasco".

Para Ladrón de Guevara la estafa no está en la ley, sino en su cumplimiento; mejor aún, en su incumplimiento. "No cuestiono la legislación en materia de desarrollo del euskera, simplemente me conformo con su cumplimiento". La Ley de Normalización del Uso del Euskera establece tres modelos de aplicación, según las realidades sociales y culturales de cada zona: el A (en castellano), el D (en euskera) y el B (mixto). "En la práctica se está haciendo una generalización del modelo D, en un intento obvio de homogeneización cultural".

Y lo mismo en Cataluña. Hace poco, el Govern aprobó un decreto sobre enseñanzas mínimas en la educación primaria. Dicho decreto incluye un artículo que considera el recreo una actividad docente para obligar a los niños a hablar en catalán. Caja propone a los nacionalistas un eslogan nada sesentayochista: "Prohibido jugar en castellano".

Más camelos, ahora en gallego. El pasado día 20 entró en vigor el Decreto 124/7, llamado "del 50%" por buscar en la escuela la paridad entre el español y el gallego. La trampa, de nuevo, en la aplicación: el decreto obliga a emplear el gallego en todas las materias troncales, dejando al criterio de cada centro la posibilidad de impartir en castellano Educación Física, Dibujo o asignaturas equivalentes, y Religión o su alternativa.

La política lingüística no sólo perjudica a los escolares (en Cataluña, por ejemplo, los castellanohablantes son los primeros en fracaso escolar de toda España). También a los profesores (según Ernesto Ladrón de Guevara, "la euskaldunización ha sido un muy eficaz instrumento para forzar la marcha de miles de profesores no nacionalistas"). Y a las universidades (el día que entró en vigor el decreto del 50%, el bipartito tuvo la humorada -involuntaria- de publicar en su web la siguiente noticia: "Expertos en educación analizan as causas da disminución de alumnos iberoamericanos nos estudos de posgrao das universidades galegas"). Y a los trabajadores (Francisco Caja eleva a la categoría de evidencia la "emigración" de muchas empresas de Cataluña, especialmente multinacionales, ante las trabas lingüísticas que encuentran). Y a los empresarios (el clientelismo a que da lugar el nacionalismo perjudica gravemente la libertad de empresa). Y a los funcionarios (por la asimetría en el trato de los aspirantes a ingreso en la función pública, según hablen la lengua propia o no).

Salvo los trileros nacionalistas, todos pierden con el timo de la lengua; hasta el medio ambiente: el verano pasado, cuando el fuego castigaba Galicia, se supo que aspirantes a integrar las cuadrillas de extinción habían sido rechazados por no tener acreditado el correspondiente curso de galleguización, a pesar de que muchos de ellos eran monolingües en gallego.

Gonzalo Altozano
Dos vídeos sobre el tema:
1º.- Resultados del nazionalismo llevado a sus extremos. Agresión a dirigente del Foro de Ermua, Antonio Aguirre.

2.- Entrevista a Román Cerdoya


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